lunes, 2 de febrero de 2009

Me miraste descubriendo cada imperfecciòn de mi cuerpo, me sonreiste con amor y tocaste mis manos con tus càlidos dedos. Luego comenzaste a contarme historias de amor, dolor y adiòs...tus ojos eran demasiado sinceros para desconfiar y algunos hechos eran tan reales que llegaban a ponerme la piel de gallina. No comprendì a dònde querìas llegar, fue despuès que mis ojos se encontraron con tus palabras y pude ver como toda la pena que sentia por otros, se trasnformaba en una pena hacia mi misma. Entendì que el dolor era sobre mi triste corazòn, que cuando hablabas de amor lo hacìas en un tiempo pasado y que el adiòs era nuestro futuro...quedaba solo yo ahora, con mi pena, mis làgrimas. Sin embargo, valorè tu esfuerzo por sostenerme pero ya era demasiado tarde, habìa caìdo con tanta fuerza que nadie era capaz de poder levantarme...tanto llorè que no note la sed de mis ojos, y tanto pensè que mi cabeza empezò a dibujar paraisos inexistentes, imposibles...pero valorè tu esfuerzo, realmente. Quizàs pueda aferrarme a lo ùnico que sentis por mi; o mejor me puedo levantar y decirte que lo lamento pero no puedo perder la vida por alguien que no lo hace por mi...fue asì que la siguiente historia se convirtiò en una historia de amor, dolor y continuaciòn.

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